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Hace casi una década, una noche que debía ser de celebración se convirtió en una escena de horror que aún deja marcas en quienes la vivieron. Ignacio Córdoba Cruz, entonces estudiante y artista urbano conocido en círculos culturales de Veracruz por su poesía combativa y letras de rap con fuerte carga social, fue una de las víctimas de un ataque salvaje que hasta hoy sigue sin justicia.
La madrugada del 5 de junio de 2015, un grupo de estudiantes de la Universidad Veracruzana (UV) se reunió en un modesto departamento de la colonia Francisco Ferrer Guardia. Celebraban un cumpleaños con pastel, jugo y conversación. Eran amigos, muchos también activistas ambientales de izquierda y miembros del movimiento estudiantil.
Pero la velada fue interrumpida violentamente. Diez hombres encapuchados, algunos con máscaras de payaso, irrumpieron en el lugar con bates de béisbol y palos con clavos. "Ya se los cargó la verga", fue la advertencia antes de desatarse una golpiza brutal.
Los atacantes no dejaron espacio para escapar. Golpearon sin piedad. Uno de los jóvenes quedó inconsciente por varias horas, con lesiones en la cabeza y el cuerpo. Otro terminó con el rostro irreconocible tras ser estrellado contra un lavabo. Sangre en las paredes, vidrios rotos y muebles destruidos completaron la escena.
El departamento fue devastado, pero lo más grave fue el silencio institucional que siguió. Los jóvenes agredidos señalaron directamente a la Secretaría de Seguridad Pública del estado, encabezada entonces por Arturo Bermúdez Zurita, conocido como "Capitán Tormenta".
A pesar del tiempo transcurrido, Ignacio Córdoba sigue arrastrando las secuelas del ataque. Aunque recientemente fue detenido y liberado, aún enfrenta una investigación abierta. Grupos de derechos humanos han denunciado irregularidades en su caso, apuntando a una persecución política en su contra.
Córdoba se ha mantenido firme en su activismo, combinando arte y denuncia. Su historia refleja no sólo una agresión impune, sino también la lucha por defender la libertad de expresión en un entorno hostil para quienes alzan la voz.