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Ricardo de Jesús Cortés Morales tiene 19 años y lleva 15 días sin dejar rastro. Salió del puerto de Veracruz rumbo a Xalapa, siguiendo la promesa de un empleo que, según su familia, pudo haber sido una trampa. Desde el 26 de abril nadie ha vuelto a saber de él. Ni una llamada. Ni un mensaje. Nada.
Ricardo no tenía antecedentes problemáticos. Es un joven tranquilo, con aspiraciones modestas: conseguir un trabajo, ahorrar, tal vez ayudar a su familia.
Pero su desaparición despierta viejas alertas en Veracruz, donde decenas de casos similares han dejado un patrón preocupante: jóvenes que viajan solos, atraídos por ofertas laborales que nunca se concretan.
Según la ficha emitida por la Comisión Estatal de Búsqueda, Ricardo mide 1.80 metros, tiene piel blanca, ojos cafés oscuro y cabello negro, corto y crespo. Sus señas particulares incluyen una cicatriz en la pantorrilla derecha y otra más en el brazo izquierdo. Cualquier persona que lo haya visto puede marcar al 911 o al 228 319 3187.
La familia de Ricardo ha comenzado una campaña desesperada en redes sociales, compartiendo su foto con la esperanza de que alguien pueda reconocerlo o brindar una pista. "No es normal que no se comunique, nunca se había ido sin avisar", cuenta su familia, visiblemente afectada. "Solo queremos saber si está bien. Que regrese".
Mientras tanto, las autoridades se mantienen cautas. La investigación está abierta, pero no hay pistas claras. Y el silencio, como en tantos otros casos, pesa más que las palabras.
Ricardo de Jesús es ahora uno más en la larga lista de personas desaparecidas en el estado. Uno más que partió con sueños, pero del que hoy solo queda una fotografía y la angustia de quienes lo esperan.