![]() |
Aunque en 2003 se había celebrado su erradicación oficial, hoy el país enfrenta una reinfestación que amenaza al hato nacional, al comercio exterior y a la salud animal. Esta plaga, originada en Centroamérica, ha obligado a México a activar una estrategia urgente para frenar su avance, especialmente en los estados del sur.
El GBG, también conocido como Cochliomyia hominivorax, es una larva que se alimenta de carne viva. La mosca hembra deposita sus huevos en heridas abiertas y, al nacer, las larvas crecen dentro del tejido vivo, provocando infecciones severas en bovinos, equinos, animales domésticos y silvestres.
Aunque no se transmite por contacto animal, su presencia puede ser devastadora si no se detecta y trata a tiempo.
Erradicar el gusano barrenador en el siglo XX fue una de las campañas sanitarias más ambiciosas de México y Estados Unidos.
Iniciada en 1972, la estrategia incluyó la dispersión aérea de más de 250 mil millones de moscas estériles para romper el ciclo reproductivo. El esfuerzo duró casi tres décadas y costó más de 750 millones de dólares (ajustado al valor actual), con resultados visibles hasta 2003.
En noviembre de 2024, el primer caso reapareció en Chiapas. Para mayo de 2025, ya se habían confirmado 1,440 casos en siete estados del sur del país, con más de 48,000 animales en riesgo.
La rápida propagación de la mosca, a un ritmo de hasta 1.9 km por día desde Panamá, sugiere un serio problema regional.
Una parte significativa de la reinfestación se asocia al contrabando de ganado desde Centroamérica. Se estima que mientras 8,000 animales ingresaron legalmente en 2024, entre 600,000 y 800,000 lo hicieron de manera ilegal. Esto ha dificultado el control sanitario y ha puesto en riesgo a los hatos mexicanos destinados a la exportación.
El impacto más inmediato ha sido comercial. El cierre temporal de la frontera estadounidense a la exportación de ganado en pie ha generado pérdidas de 11.4 millones de dólares diarios. Aunque se espera que sea una medida de solo 15 días, el daño económico podría prolongarse si no se controla el brote.
Según especialistas, la erradicación del GBG esta vez será más difícil. México no puede enfrentar esta plaga en solitario: requiere de una estrategia regional y coordinada con los países centroamericanos, donde el parásito sigue activo.
El reto está en contener la expansión, prevenir nuevas infestaciones y evitar que el problema llegue a los estados exportadores del norte.
Por ahora, el país se encuentra en la fase de contención. El camino hacia una segunda erradicación será largo, costoso y dependerá, más que nunca, de la cooperación internacional.