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Este 8 de mayo, el cónclave llegó a su fin y el cardenal Robert Prevost fue designado como el 267° papa de la Iglesia Católica, eligiendo ser conocido como Papa León XIV.
Una vez terminada la expectativa sobre quién sería el sucesor del Papa Francisco, quizá en estos momentos muchos se pregunten a qué se debe el nombre papal del nuevo pontífice. Aquí te contamos los motivos detrás del mismo, que llevaba más de un siglo sin usarse.
Este nombre está cargado de resonancias históricas y doctrinales, y su elección no es casual: apunta directamente al legado de León XIII (1878-1903), considerado uno de los grandes reformadores modernos de la Iglesia católica.
León XIII fue el papa que inauguró la doctrina social de la Iglesia con su famosa encíclica Rerum Novarum, en la que abordó las condiciones de los trabajadores, el derecho al salario justo y la función social de la propiedad.
Además, supo moverse con habilidad en el plano diplomático: aunque fue intransigente en la "cuestión romana" —negándose a reconocer el Estado italiano en manos de la Casa de Saboya—, sorprendió al invitar a los católicos franceses a colaborar con la Tercera República, a pesar de su origen laico.
Al adoptar el nombre de León XIV, el nuevo Papa parece querer reinscribir su pontificado en una tradición de pensamiento firme, pero con voluntad de diálogo. El nombre también remite a otro referente notable: León I, el Grande (440-461), doctor de la Iglesia y figura clave en la defensa de Roma ante las invasiones bárbaras.
La elección de León sugiere una vuelta a las raíces doctrinales con un espíritu de continuidad, en contraste con la originalidad del nombre "Francisco" adoptado por su predecesor.
Como dato adicional, León ha pasado a convertirse en el tercer nombre papal más adoptado en la historia, empatado con Clemente (14) y solamente superado por Juan (23) y otro empate entre Gregorio y Benedicto (16).