![]() |
Víctor Manuel Rosas Leal, candidato a magistrado de la Sala Regional Xalapa del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), sostiene que México mantiene una deuda histórica con mujeres, pueblos indígenas y otros grupos marginados, y que las acciones afirmativas son un instrumento legítimo para saldarla.
En su propuesta de campaña plantea una justicia electoral empática, enfocada en derechos humanos, y pide que el Instituto Nacional Electoral (INE) organice debates públicos entre aspirantes, como vía para que la ciudadanía pueda contrastar, de manera transparente y objetiva, los perfiles y propuestas de quienes buscan impartir justicia.
"No se dejen llevar por el baile, con la cumbia de no sé qué o ´el rap de la sentencia´", dice Rosas Leal en entrevista para Imagen del Golfo. "Infórmense (...), de verdad, el INE debe promover la organización de los debates entre candidatos. Es la mejor forma de que la ciudadanía conozca y contraste".
Para él, esa confrontación de ideas resulta indispensable en un proceso que definirá a quienes tomarán decisiones sobre los derechos políticos de millones de personas. Señala que, si el Instituto Nacional Electoral no asume esa tarea, corresponde a los medios de comunicación y a las universidades organizar foros abiertos, con base en las reglas que el propio INE establece.
Rosas Leal tiene treinta años dentro tribunales del ámbito electoral, de los cuales veinticinco los ha dedicado a elaborar proyectos de sentencia. "Conozco las entrañas del tribunal (...) soy de las personas con mayor antigüedad, pero dentro de la función jurisdiccional".
Formado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y con estudios de posgrado en derecho y administración pública, Rosas Leal asegura que su aspiración no parte del oportunismo, sino del compromiso por transformar una institución que a sus 53 años conoce desde sus cimientos.
Actualmente se desempeña como Secretario de Estudio y Cuenta en la Sala Regional de Xalapa. Su experiencia en el Tribunal se remonta a noviembre de 1996, habiendo ocupado diversos cargos incluyendo la Sala Superior y la Sala Regional de Xalapa como Secretario de Estudio y Cuenta en ambas instancias y Secretario General de Acuerdos, aunque también se ha desempeñado en otras instituciones.
Considera que su trayectoria le permitió observar los cambios y resistencias dentro del sistema judicial, así como los límites de la técnica jurídica para garantizar justicia a quienes históricamente han sido excluidos. "Detrás de cada demanda, de cada pretensión, hay una persona o un grupo de personas que están defendiendo sus intereses (...) y están acudiendo a un tribunal para que les diga si efectivamente tienen o no ese derecho".
Rosas Leal considera que el derecho electoral debe reconocer que la igualdad formal no basta. "Si estás generando desigualdades para beneficiar a mujeres, a personas indígenas o a grupos vulnerables, es justamente para pagar esa deuda histórica que tenemos como sociedad".
Recuerda que él mismo, hace más de una década, formaba parte de una visión más restrictiva, propia "de la vieja escuela". "Pero por la misma dinámica progresista del tribunal entendí que esas acciones afirmativas no son concesiones. Son el intento del Estado por corregir siglos de exclusión".
En su diagnóstico, la justicia electoral en México ha sido cooptada por el formalismo. "Lees los proyectos de sentencia y dicen: ´Tus agravios son inoperantes´, ´no combates el acto reclamado´, ´te faltó un requisito formal´(...) ¿Y la persona detrás de la demanda? ¿El grupo históricamente discriminado que intenta ejercer un derecho político? Eso queda fuera".
Para el candidato, el reto no está en aplicar la ley con rigidez, sino en entender el contexto y los efectos de cada resolución. "La equidad no es ciega. Tiene que mirar de frente la desigualdad para corregirla".
Rosas Leal relata que muchas veces propuso resoluciones en favor de mujeres indígenas víctimas de violencia política, pero sus proyectos eran desechados por quienes argumentaban que no había competencia o que el acto impugnado era administrativo, no electoral.
"Me ha tocado de topes contra la pared (...) cuando propongo que sí hay violencia política de género y me dicen que no. Que el tribunal no debe entrarle. Pero detrás de esa negativa hay una persona a la que le están negando el ejercicio de su cargo como regidora, como mujer, como indígena".
En contraste, también ha vivido momentos donde logró actualizar criterios y abrir espacios para nuevas interpretaciones. "En asuntos de elecciones por sistemas normativos indígenas (...), ahí no sólo están en juego los intereses de quien ganó o perdió, sino los de toda una comunidad. Y esas sentencias deben proteger derechos colectivos".
Por eso sostiene que un buen juzgador no se define únicamente por su formación académica. "No se puede ser buen magistrado si no se es buena persona. Puedes tener todos los títulos, toda la experiencia, pero si no tienes ánimo de justicia, de cercanía, de escucha, no sirves para esto".
Plantea una justicia electoral distinta a la del estereotipo y rechaza la imagen clásica de la mujer vendada con una balanza. "Ya no funciona. Si queremos juzgar con perspectiva de género, con enfoque de derechos humanos o de comunidades indígenas, la justicia tiene que quitarse el velo. Tiene que ver quién está detrás del caso y cuáles son los derechos en juego".
Su propuesta no es la de un técnico ni la de un político tradicional. No ofrece sentencias favorables ni soluciones rápidas. "No le puedes prometer a una persona que votar por ti significa que vas a resolver a su favor (...). Lo que sí puedo garantizar es que voy a resolver con imparcialidad, desde su perspectiva, no desde la del partido político".
El candidato reconoce que esta elección, al tratarse de cargos jurisdiccionales, es difícil de explicar a la ciudadanía. "Ahora nos están pidiendo salir a las calles, pedir el voto (...), somos servidores públicos especializados en una materia jurisdiccional, pero ahora nos piden hacer labor de político".
Refiere que su campaña no cuenta con recursos públicos, y que todos los gastos los ha asumido con apoyo de su familia. "Trabajo, casa, campaña... estamos como un circo, pero lo hacemos porque creemos en esto. Porque creemos que esta elección sí puede ser distinta".
Finalmente, añade que defiende también la idea de tribunales abiertos, sujetos al escrutinio ciudadano. "Soy un ferviente defensor de la transparencia (...), no para anticipar sentencias, sino para que las personas sean los principales sensores de la función judicial". Considera que la justicia electoral no debe operar como una institución distante, sino como un puente entre el conflicto y la paz social.
Víctor Manuel Rosas Leal concluye su argumento con una apelación directa. "El Estado mexicano me ha dado mucho. Estudié en la UNAM, me formé con recursos públicos. Ahora quiero retribuir algo a las personas. No desde la comodidad, sino desde la responsabilidad".
Antes de despedirse, lanza una petición clara: "Busquen en la boleta salmón, melón o durazno, con el número 16, Rosas Leal Víctor Manuel. No vengo a prometer resoluciones. Vengo a comprometerme con una justicia más cercana, más humana y más incluyente. Porque sólo así podremos saldar la deuda que el país tiene con quienes siempre quedaron fuera".