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Aunque se ha insistido en que México mantiene autosuficiencia en la producción de maíz blanco, la realidad en el campo mexicano es muy diferente, advirtió Ramón Pino, presidente del Consejo Veracruzano de Productores de Maíz.
Dijo que el país consume anualmente cerca de 52 millones de toneladas de maíz, tanto blanco como amarillo, y el 50 por ciento corresponde al maíz amarillo, el cual se importa en grandes cantidades.
Esta dependencia se ha acentuado en los últimos años por una combinación de factores que han golpeado severamente la producción nacional.
Pino Méndez explicó que la reducción de apoyos e inversión al campo ha sido uno de los principales detonantes de la baja en la siembra.
"No solamente ha sido la sequía, que efectivamente ha sido un golpe devastador, sino también la disminución de la superficie sembrada por la falta de incentivos, subsidios y créditos al sector agrícola", afirmó.
Además, señaló que los programas sociales han concentrado la atención de la mano de obra rural en actividades limitadas, afectando el dinamismo productivo.
"Nos hemos regresado a una producción mínima, solo para mantener una población que no está integrada a una agricultura de mayor intensidad", indicó.
El impacto también ha sido regional. Recordó que muchos estados del sur y sureste dependen del maíz que se produce en entidades del norte, como Sinaloa, Sonora o Jalisco, los cuales este año apenas sembraron el 20 por ciento de la superficie originalmente programada, privilegiando cultivos de exportación con mayor valor económico.
La falta de recursos y la prolongada sequía han hecho que el panorama sea especialmente crítico para pequeños y medianos productores, advirtió el líder campesino, quien llamó a reconsiderar el modelo de apoyo al campo.
"Se necesita una estrategia integral que recupere el potencial productivo del país. Hoy no hay condiciones para hablar de autosuficiencia real", concluyó.