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Con pasos firmes, sonrisas brillantes y trajes típicos que ondeaban al ritmo del folclore, 33 niñas y niños del ballet Huitzilin llenaron de vida la Plaza de la Concordia este viernes, en un emotivo evento.
"Esto no es solo un espectáculo, es una ofrenda cultural a la infancia, un homenaje que se baila desde el corazón", expresó Cristina González, coordinadora artística del grupo, quien ha guiado por años a esta generación de pequeños danzantes.
Huitzilin, cuyo nombre significa "colibrí" en náhuatl, ha tejido en la región una reputación sólida por su trabajo incansable en la promoción del arte tradicional mexicano, integrando a las nuevas generaciones en una vivencia colectiva de identidad, música y danza.
"La cultura es el puente con el que honramos a nuestra niñez, en cada zapateado hay historia, en cada falda que gira, un pedazo de México", agregó Cristina.
El público, compuesto por familias enteras, y turistas, aplaudió la propuesta artística, que no solo encantó con su colorido, sino que reafirmó que la danza es también un lenguaje con el que se siembra amor por lo propio.
Acuarela Mexicana no fue solo una función de gala; fue un acto de memoria y de pertenencia, fue el recordatorio de que celebrar a los niños también es enseñarles a amar sus raíces.