En zonas serranas de Veracruz, niños con autismo o TDAH permanecen olvidados

En las regiones serranas de Veracruz, como Zongolica y sus comunidades, decenas de niños podrían estar creciendo con trastornos del neurodesarrollo como el autismo o el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

Muchos de ellos no reciben la atención médica y terapéutica que necesitan, por desinformación, pobreza y un sistema de salud rebasado.

"Las familias no saben qué les pasa a sus hijos; a veces los ven muy callados o con conductas repetitivas, y piensan que son berrinches o simplemente mala conducta", explicó Marisol Morales Salcedo, representante de la asociación civil Pequeños Maestros.

De acuerdo con Morales Salcedo, en muchas comunidades marginadas el diagnóstico oportuno sigue siendo un privilegio al que pocos acceden.

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Aunque existen lineamientos en el sistema de salud pública para la detección temprana de estos trastornos, su aplicación en zonas rurales es casi inexistente. La falta de especialistas y la saturación de los servicios provocan que incluso los casos detectados tarden meses o años en recibir tratamiento.

"En los hospitales y centros de salud de la región hay listas de espera larguísimas. Las familias no solo tienen que esperar una cita, sino que muchas veces deben trasladarse durante horas, lo que implica gastos que simplemente no pueden cubrir", señaló.

Sin intervención temprana, los niños pueden desarrollar secuelas permanentes en áreas clave como el lenguaje, la interacción social y el aprendizaje.

"Un niño diagnosticado a los cuatro años tiene muchas más posibilidades de integrarse a la escuela, de comunicarse mejor, de desarrollarse. Si ese mismo niño es detectado a los diez, ya arrastra años de frustración y aislamiento", advirtió.

¿Cómo combatir estos trastornos?

Para hacer frente a esta realidad, Pequeños Maestros lanzará una campaña gratuita de valoración diagnóstica en Zongolica, dirigida a familias de escasos recursos. El objetivo es encontrar casos que han pasado inadvertidos y conectarlos con servicios de atención terapéutica.

"Hemos visto que cuando las familias entienden lo que ocurre con sus hijos, empiezan a buscar apoyo, a involucrarse. Pero primero hay que darles las herramientas para identificar esas señales de alerta", comentó.

La organización, que trabaja en alianza con instituciones públicas y privadas, ya ha implementado iniciativas similares en otras regiones del estado, pero la demanda sigue creciendo. En el caso de Orizaba, por ejemplo, el Sistema DIF local enfrenta una situación crítica.

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"Estamos atendiendo cinco nuevos casos a la semana, y eso sin contar a los que quedan en lista de espera", dijo Marisol Morales.

El equipo hace un gran esfuerzo, pero no se dan abasto. El problema está rebasando la capacidad institucional, apuntó. Más allá del diagnóstico, el problema tiene un impacto profundo en la vida escolar y social de los menores.

Muchos de ellos, sin saberlo, son excluidos en el aula, etiquetados como problemáticos o incapaces. Algunos incluso son rechazados por escuelas que no cuentan con personal capacitado para atender la diversidad de necesidades.

"La educación inclusiva es todavía un ideal lejano en muchas zonas del estado. Los maestros no siempre tienen formación para identificar o apoyar a un niño con autismo o con TDAH. A veces no es falta de voluntad, sino de herramientas", reconoció.

En este contexto, la campaña de Pequeños Maestros busca no solo diagnosticar, sino generar conciencia comunitaria. El plan incluye talleres informativos para padres y docentes, así como seguimiento a los casos detectados.