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Veracruz, al igual que muchos estados del país, vive un fenómeno recurrente: los gimnasios se llenan en enero y se vacían antes de que termine marzo.
Este patrón, reflejo de los propósitos de Año Nuevo, impacta directamente en el bolsillo de quienes no logran mantener el hábito de hacer ejercicio. ¿Vale la pena seguir pagando una membresía que no se aprovecha?
Cada año, miles de mexicanos deciden iniciar el año inscribiéndose a un gimnasio. Según la Asociación Mexicana de Gimnasios, la cantidad de nuevos usuarios aumenta en un 50% durante enero, impulsada por la motivación de los propósitos de Año Nuevo. No obstante, cerca del 40% abandona sus rutinas a más tardar en marzo.
Los precios varían de acuerdo con el tipo de gimnasio y su ubicación. En ciudades como Veracruz y Jalisco, una mensualidad promedio ronda los 800 pesos.
En contraste, en la Ciudad de México, los costos fluctúan entre 300 y 1,600 pesos mensuales. Además, hay que considerar los cobros por inscripción, que pueden llegar hasta 1,000 pesos, y cuotas de mantenimiento que ascienden a 2,500 pesos anuales en algunos centros.
Gimnasios como Smart Fit ofrecen tarifas mensuales entre 299 y 659 pesos, mientras que en Sports World las mensualidades van de 1,698 a 3,000 pesos, con inscripciones que alcanzan los 5,000 pesos.
Juan Diego Morales, directivo de Smart Fit, señala que el principal reto es mantener la motivación de los usuarios. El cansancio laboral y la falta de tiempo son las principales razones del abandono.
Para combatir esta tendencia, se recomienda diversificar la actividad física: probar clases nuevas, acudir a entrenadores, cambiar de rutinas y, sobre todo, encontrar un tipo de ejercicio que resulte disfrutable.
En caso de no seguir asistiendo, lo más prudente es cancelar la suscripción. Según Morales, algunos gimnasios solicitan avisos de cancelación con 30 días de antelación. Además, las penalizaciones pueden alcanzar hasta el 30% del monto restante en contratos a plazo.
Permitir que el pago del gimnasio siga domiciliado sin uso real implica un gasto hormiga que drena las finanzas personales silenciosamente.