La fuerza ciudadana

En un país como el nuestro, donde las decisiones que afectan al entorno y la vida cotidiana de las comunidades se toman a veces desde la opacidad o sin consulta previa, que la sociedad se organice y participe es un motor fundamental de cambios. Desde sus barrios, pueblos y ciudades, miles de personas se unen para defender su territorio, su agua, su aire, su cultura o a su gente, y lo más importante: en algunos casos han logrado cambiar el rumbo de decisiones cupulares que parecían inamovibles.

Un caso que ejemplifica lo anterior es el de la intentona en Zacatecas de construir un viaducto elevado, que, además de ser una obra que implicaba una inversión de alrededor de 3 mil 652 millones de pesos, se pretendía edificar en una de las zonas más representativas de la capital: el centro histórico. Dicho proyecto, fuertemente criticado por su impacto urbano, social y ambiental, se detuvo de forma definitiva por la suspensión otorgada por un Juez, pero gracias a la presión constante de colectivos de ciudadanos, personas expertas en urbanismo, personas de la academia y en donde Movimiento Ciudadano coadyuvó presentando una demanda de amparo por considerar que la obra no solamente no resolvía el problema de movilidad, sino que ponía en riesgo el patrimonio cultural que significa el centro histórico.

Otro caso reciente se ha desarrollado en la hermosa laguna de siete tonos de azul, Bacalar, en Quintana Roo, en donde se planea la construcción de una casa de retiro para militares justo en esa zona que se considera de alto valor ecológico. La presión de organizaciones ambientales, activistas y habitantes logró que un juez federal otorgara una suspensión que, lamentablemente, es temporal, sin embargo, se espera que la continuación de la presión social y las protestas lleve a conseguir la suspensión definitiva. Cabe señalar que esta obra (como en su momento lo fue el Tren Maya), atenta contra la flora y la fauna de la zona y puede generar un gran impacto medioambiental en el lugar que, por sus características, debería permanecer como un área protegida.

Por cierto, y ya que mencionamos al Tren Maya, no podemos dejar de referir que ya han pasado cinco años de protestas de organizaciones de la sociedad civil, por los destrozos al medioambiente que el trazado de la obra ocasionó, y ha sido después de una potente contienda en tribunales entre el gobierno federal y los ecologistas que la administración actual por fin ha reconocido que sí hubo afectaciones a la flora y fauna del lugar en el área del trazado del tren y, por lo menos, se ha informado ya de un plan de recuperación que, a decir de las autoridades, será integral y en donde participarán las comunidades. Esto ha sido, sin duda, un gran logro de las organizaciones de la sociedad civil.

Estos casos comparten un tema en común: la conciencia colectiva de que el poder no está solamente en las instituciones, sino que la gente también lo tiene. Personas informadas que se unen, que exigen y que actúan con responsabilidad pueden lograr cosas que parecían imposibles.

La participación ciudadana no es un acto de simbolismo, ni un accesorio de la democracia, es una herramienta real, poderosa, esencial para la construcción de un país más justo, sostenible y respetuoso de la diversidad social, cultural y ambiental.

No hay megaproyecto ni estructura de poder que no pueda ser cuestionada cuando la sociedad civil se organiza para ello. Nosotros lo hemos dicho siempre, el futuro se construye desde lo regional, con la voz y la participación de todas y todos, con la fuerza de la gente.

Mtro. Agustín Torres Delgado

Secretario General de Acuerdos

Movimiento Ciudadano