![]() |
Apartar la mirada durante una conversación puede ser más revelador de lo que parece. Aunque solemos asociar el contacto visual con interés o cercanía, sostenerlo por mucho tiempo puede ser agotador o incluso incómodo.
De hecho, según investigadores del Dartmouth College, desviar la mirada responde muchas veces a una necesidad cognitiva: mantener el contacto visual sostenido puede entorpecer el razonamiento, no por timidez o vergüenza, sino porque el cerebro requiere liberar recursos para procesar lo que escucha o formula.
Desde la psicología se han propuesto diversas explicaciones. Una de ellas relaciona esta conducta con la ansiedad o el estrés que algunas personas experimentan en contextos sociales, especialmente si están frente a extraños o bajo presión emocional. Desviar la mirada, en este caso, podría ser un mecanismo para reducir la tensión interna.
También existe evidencia que vincula esta acción con sentimientos de culpa o con la dificultad de abordar temas personales. Un estudio publicado en el Journal of Behavioral Research and Therapy encontró que el 85% de quienes se sienten emocionalmente expuestos tienden a evitar el contacto visual, quizá como una forma inconsciente de protegerse emocionalmente ante situaciones incómodas.
La psicóloga Lara Ferreiro apunta que los ojos, considerados "el espejo del alma", pueden revelar emociones profundas. En ese sentido, apartar la vista puede interpretarse como un intento de ocultar lo que se siente o piensa, especialmente si la conversación pone en juego la vulnerabilidad personal.
Finalmente, no hay que descartar lo más evidente: a veces, desviar la mirada simplemente refleja distracción o falta de interés. Cuando la mente se aleja de lo que se dice, los ojos también lo hacen, revelando una desconexión emocional o cognitiva con el momento presente.