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Aunque no pronunciemos palabra, el cuerpo puede hablar por sí solo. Desde la mirada hasta la postura, el lenguaje corporal es una de las formas más claras de comunicar lo que sentimos, en especial cuando se trata de atracción.
Cuando alguien nos atrae, solemos mostrarlo sin querer a través de pequeñas acciones: mantener contacto visual por más tiempo de lo habitual, sonreír de forma espontánea, observar los labios de la otra persona mientras conversa o disminuir la distancia física son señales bastante comunes que delatan interés.
Inclinarse hacia alguien durante una conversación demuestra disposición a conectar y una intención inconsciente de acercamiento. Las miradas también cuentan: si se sostienen largo tiempo indican deseo de interacción, mientras que las miradas fugaces pueden reflejar timidez, otra señal común cuando alguien nos gusta.
Otros gestos reveladores incluyen jugar con el cabello propio, tocarse la cara o adoptar una postura abierta, sin brazos ni piernas cruzadas. Son formas sutiles pero efectivas de mostrar receptividad y comodidad con la otra persona.
Incluso la risa tiene su papel: cuando reímos de chistes o comentarios simples, buscamos generar un ambiente cálido y reforzar el vínculo. Si la risa es nerviosa o forzada, puede ser una manifestación de ansiedad por estar cerca de alguien que nos gusta.
Prestar atención a nuestro propio lenguaje corporal no solo nos ayuda a entender lo que sentimos, también puede ser útil para controlar o moderar esos gestos si queremos disimular nuestro interés.