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¿Existe un momento exacto en la vida en que la inteligencia alcanza su punto más alto? Aunque durante décadas se pensó que el máximo rendimiento intelectual ocurría en la adolescencia o en la juventud temprana, una investigación conjunta del MIT y la Universidad de Harvard desmonta esa idea con una conclusión sorprendente:
El estudio, basado en datos de más de 48 mil personas de distintas edades, revela que nuestras capacidades mentales evolucionan de forma diversa. Algunas destrezas brillan en los primeros años de la adultez, mientras que otras alcanzan su madurez varias décadas después.
Por ejemplo, la habilidad para resolver situaciones inéditas o pensar con rapidez —conocida como inteligencia fluida— se muestra en su apogeo entre los 18 y 20 años. Esta etapa es ideal para absorber información, adaptarse con agilidad y encontrar soluciones improvisadas. Sin embargo, esta misma agudeza mental comienza a disminuir progresivamente conforme pasan los años.
No obstante, otras competencias no sólo se mantienen, sino que florecen con la experiencia. La llamada inteligencia cristalizada, que incluye conocimientos aprendidos, comprensión del lenguaje y capacidad de análisis contextual, suele incrementarse durante la vida adulta. De hecho, personas de entre 65 y 75 años registraron los puntajes más altos en pruebas de vocabulario.
Otro hallazgo destacado es que la empatía cognitiva —clave para entender a los demás en entornos sociales o laborales— tiende a perfeccionarse hacia la mediana edad, alcanzando niveles más altos entre los 40 y 50 años.
La conclusión principal del estudio es que no hay una única forma de ser "inteligente" ni un momento universal que marque la cúspide. Cada tipo de inteligencia sigue su propio ritmo. Mientras unas cualidades se desarrollan tempranamente, otras requieren años de vivencias para madurar.